viernes, septiembre 08, 2006

Quien a hierro mata

por Fernando Ordóñez Gutiérrez

No abriría la boca por más que notara torrencial su fin garganta arriba. Era
orgullo de la casta con que nació y, a pesar de lo poco que iba a permanecer
en pie, tragando las candentes riadas de su postrer aliento, quiso ver la
muerte del otro. Nadie se ocupaba ya de su suerte, todos los ojos eran ojos
para el atravesado. Es lo que puede suceder sobre la arena

. Quien se siente
dominador, maestro, dueño de los lances que se suceden, jaleado por la
muchedumbre que desea los ternos bien empapados de plasma, y artífice de
todos los engaños, cita, emplaza, pincha, marea y da cuantas estocadas
necesita para licuar en sangre al enemigo. Pero se descuida, nada más teme
los derrotes, ese imprevisible giro de cabeza tras la que va todo el cuerpo,
que concluye con una acometida y se resuelve con dos puñales que se afilaron
durante años a la sombra y al sol en la dehesa... El celebrante se cree a
salvo si ha acuchillado tantas veces como se lo propuso y, tal vez algo
molesto porque estaba seguro de su éxito con el primer “volapíe”, mientras
sus lugartenientes arrastran el paño sobre el albero para que humille quien
se empecina en vivir, piensa si ha de acercarse a las tablas y pedir el
verduguillo. Es entonces hora de la hora y así ha pasado. Ahí está la
prueba: el matador, seguramente ya difunto porque el estoque atravesó su
alma, conducido por los compañeros de faena a toda prisa a ver si los
galenos pueden resucitarle. Sin embargo, el que será jalado más tarde por un
arreo de mulillas, contempla el asombro sobre el graderío, cuando los
últimos latidos de su corazón se manifiestan...El mayoral le contó lo que
hacían algunos de sus compañeros en la plaza... “Tensa los músculos y escupe
de tu lomo el último acero recibido. Irá abandonando tu carne despacio. Pero
con el impulso final, si lo escupes bien, si lo haces decidido y vengador,
lograrás enviar la espada a dos o tres metros de distancia. Yo he sido de
los tuyos y aunque te crío para la muerte, es justo que te ofrezca la
venganza”... Como hace un momento.... Se le doblan las rodillas, la vista
cesa. Quien a hierro quiso matarle...

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