lunes, agosto 06, 2007

La chica del pelo rojo

Por Lucre

Bajando por la calle, justo en la esquina, la vi intentando subir la cuesta con una pierna escayolada y peleándose con una silla de ruedas. Impotente en su cometido, pensé “esa chica necesita ayuda”.
Como venían coches no cruce, pero le grite “te ayudo”. Una vez, otra vez, y la chica se quedo mirándome como diciendo “esta que dice”.
De momento, me di cuenta, que no necesitaba ayuda o no la quería, y seguí mi camino. Que era del grupo de gente que vive en la calle y todas las mañanas van a desayunar al Samur Social de la vuelta de mi casa.
En los días sucesivos la he estado viendo a diario. Es una chica de Europa del Este, lo se por el idioma que habla aunque no podría definir de que país, que vive en la calle. Sucia, mal vestida, con el pelo teñido de un pelirrojo barato, que ya se le ven 10 cm de su pelo negro en las raíces. Que decir de su compañía.
La pierna ya se le curó y camina bien.


Duerme en una colchoneta que algunos venden como colchón, esos de 10 cm de espuma de goma, con tela azul y blanca de flores, que seguro junto de la calle, pues la gente cuando se compra un colchón bueno, los tira a la basura o simplemente los olvida en la acera para que el basurero se los lleve, olvidándose que la ecología existe.
Por la noche la extiende en el césped del mini jardín de la calle. Por las mañanas la enrolla y la deja en el banco junto al que ella se sienta a pasar el día.
La he visto, sola entre tres o cuatro colegas que también duermen en la calle, y que a las 9 de la mañana ya están haciéndose calimocho con vino de tetrabrick, para hacer botellón mañanero.

Con las semanas me he ido dando cuenta que tiene un “novio”, de ese grupo de 4 o 5 habituales. Un hombre flaco y desgarbado que me hace acordar al albañil que antes trabajaba en casa del vecino.
Algunas mañanas me la he encontrado en un banco del mismo jardín compartiendo noche con este hombre, tapados con una manta, donde solo se les ven los pies que sobresalen del borde del banco, mezclados y revueltos.
Llevo viéndola un par de meses. Coincidimos a todas horas, porque su campo de acción es el camino a mi casa. No puedo evitar esa zona, es irremediable que siempre me la cruzare.

Esta semana el panorama ha cambiado.

Hay un vecino, mayor, de esos que uno lleva años viviendo en el barrio posiblemente toda su vida, siempre solo y desgarbado caminando, haciendo la compra o tomando café en el bar de la esquina. Es un señor que me llamo la atención en su momento, por la forma de su cara. Muy redonda y con dos mofletes que le salen de la cara. Parece una muñeca pepona. Cosa que pienso cada vez que lo veo en la calle.
Son ese tipo de personas que ni sabes quien es, pero que si te lo cruzas lo reconoces como habitual.

El otro día lo vi con la chica del pelo rojo, y otro de sus amigos de la calle saliendo del bar a la mañana temprano. Todos como muy formales. Queriendo demostrar ser una reunión de amigos que se juntaron a tomar café.
Me llamó la atención.
Hoy también me los he encontrado. Ella con el señor de los cachetes grandes caminando juntos. Muy despacio. Ella un pelin más atrás de él, sumisamente. Ya solos los dos.
Se han acercado al quiosco de periódicos delante de mí. Ha comprado un libro de esos coleccionables y se lo ha dado a la chica como contándole de que era. Ella lo ha visto y se lo ha devuelto, pero ha escuchado su explicación sin hablar demostrando interés, aunque posiblemente ni sepa de que va.
Los vi irse caminando los dos, para una zona distinta donde la he visto yo a ella casi diariamente los últimos meses. Como cambiando el destino.
Ella estaba con la misma ropa de siempre, pero más limpia, con una mochila de paño a la espalda, caminando más dignamente que las otras veces que la vi, aunque con la vista perdida aun. Se notaba que el hombre la dirigía, dulcemente todo hay que decirlo, y ella se dejaba.

He pensado muchas cosas. Pero me quedaré con la más romántica “que posiblemente el señor de los mofletes grandes se habrá enamorado de la chica y ella se ha dejado querer”.
Quizás para ella este señor sea el que la saque de vivir en la calle.
Quizás ella sea la mujer que mate un poco la soledad que se nota porta en sus espaldas el señor de los mofletes grandes.

Mucha realidad hay en la vida. Mejor pensar románticamente o con algo de pensamiento mágico.