lunes, octubre 24, 2005

¿Quíen mato el amor?

Anónimo

Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible, en el que el Odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, convocó a una reunión urgente con todos ellos.

Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión, con curiosidad de saber cual era el propósito. Cuando estuvieron todos, habló el Odio y dijo: "Les he reunido aquí a todos, porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien".


Los asistentes no se extrañaron mucho, pues era el Odio que estaba hablando, y él siempre quiere matar a alguien; sin embargo, todos se preguntaban entre si quien sería tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos. "Quiero que maten al Amor", dijo. Muchos sonrieron malévolamente, pues más de uno le tenía ganas.

El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: "Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto. Provocaré tal discordia y rabia, que no lo soportará". Al cabo de un año, se reunieron otra vez y, al escuchar el reporte de el Mal Carácter, quedaron muy decepcionados. "Lo siento; lo intenté todo, pero cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante".

Fue entonces cuando, muy diligente, se ofreció la Ambición que, haciendo alarde de su poder, dijo: "En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará". Y empezó la ambición el ataque hacia su víctima, quien efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.

Furioso el Odio por el fracaso de la Ambición, envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar el amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el Amor, confundido, lloró y pensó que no quería morir y, con valentía y fortaleza, se impuso sobre ellos y los venció.

Año tras año, el Odio siguió en su lucha, enviando a sus más hirientes compañeros: envió a la frialdad, al egoísmo, la indiferencia, la pobreza, la enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer, tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba. El Odio, convencido de que el Amor era invencible, les dijo a los demás: "Nada que hacer. El Amor ha soportado todo; llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos".

De pronto, de un rincón del salón, se levantó un sentimiento poco conocido, que vestía todo de negro y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver; su aspecto era fúnebre como el de la muerte. "Yo mataré el Amor", dijo con seguridad. Todos se preguntaron quien era ese que pretendía hacer sólo lo que ninguno había podido. El Odio dijo: "Ve y hazlo".

Tan solo había pasado algún tiempo cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos, para comunicarles que, después de mucho esperar, por fin EL AMOR HABÍA MUERTO. Todos estaban felices, pero sorprendidos. Entonces, el sentimiento del sombrero negro habló: "Ahí les entrego el Amor, totalmente muerto y destrozado". Y, sin decir más, se marchó. "Espera", dijo el Odio, "en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿Quién eres?"

El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo:
SOY LA RUTINA.

1 comentario:

Tbo dijo...

Pienso que los otros enemigos eran más fuertes para acabar con ese amor, en mi caso confundo la costumbre con la rutina. Es un bonito cuento, debo pasar más amenudo por aquí.